Los países con una amplia población en edad de trabajar, en relación con la población de niños y personas mayores, tienden a enriquecerse más rápido que aquellos en los que este grupo resulta menos numeroso. Jesús Crespo Cuaresma, Wolfgang Lutz y Warren Sanderson muestran en un reciente estudio que tal aumento de la riqueza se debe, en la mayoría de los casos, a la mejora del nivel educativo de los jóvenes y no a la disminución de la fecundidad, tal y como afirmaban estudios anteriores.